En el año 2008 lo perdimos todo en mi familia. Los bancos y los fondos buitre arrasaron y aunque podríamos habernos defendido y haber peleado por lo nuestro, en aquel momento nos faltó encontrar el foco, pero nunca perdimos la fuerza.
Nadar todos los días en contra de la ola era muy difícil, y aunque nadásemos y nadásemos intentado avanzar, el mar nos volvía a escupir a la orilla y ahí seguían las llamadas, seguía el acoso, seguían los procedimientos judiciales, seguían los embargos. Y día tras día vi como lo fuimos perdiendo todo, hasta la casa en la que crecí.
Después de pasar por ese camino y ya sin nada, intenté comprender si todo aquello fue justo. Si de verdad los bancos estaban en toda su razón, si de verdad lo que decían los fondos buitre era religión.
Ahí descubrí que nada más lejos de la realidad, los bancos habían estafado a todo el país con distintos inventos que vendían a bombo y platillo en todas las televisiones (revolving, preferentes, préstamos usureros, y un rescate multimillonario del que nunca llegaremos a saber las cifras reales, rescate que hemos pagado entre todos con nuestros impuestos) además de pisotear cada día las leyes como si fueran inmortales. Después de eso descubrí que existen muchas leyes que nos protegen de los abusos bancarios, que nos protegen del acoso, que nos protegen de sus practicas mafiosas que empujan a muchas personas a sus pensamientos mas oscuros incluso al suicidio.
Descubrí todo el escaparate que tienen construido con el miedo de las personas, con la desesperación. Ladrillo a ladrillo, mentira a mentira, engaño a engaño te han hecho pensar que son intocables y que tu estas preso de las deudas, preso de la situación y que solo tienes que acatar su orden o tendrás terribles consecuencias. Y lo hacen, y lo siguen haciendo y lo seguirán haciendo así, hasta que descubras que sus amenazas no se pueden aplicar en la practica real porque la ley no lo recoge, porque la ley te protege. Y será entonces cuando sean ellos quienes se empiecen a chocar contra un muro.
Esta es mi guerra. Contra el acoso del sistema financiero. Contra las personas que arrastran por el suelo a otras cuando están más débiles. Contra las injusticias. Contra las falsas amenazas. Contra los robos envueltos en ofertas bancarias super atractivas. Contra los que te empujan a vivir en una espiral de deudas. Y sobre todo contra los que te ponen el pie en el cuello para exigirte quedarte ahí enterrado en prestamos impagables haciéndote pensar que no hay vida después y que ese será tu eterno calvario.
Aquí se acabó el silencio. Aquí empieza mi guerra
Diana Fernández